Buenos días seriéfilos. Hoy venimos con una miniserie original de Netflix que queremos recomendarte porque no te va a dejar indiferente. La serie de la productora A24 y dirigida por Lee Sung Jin, ha sido una de las mejor valoradas este año y hoy os contamos por qué. Hoy, desde milyunahistorias, te hablamos de la serie «Beef» o como se conoce en España «Bronca».
¿De qué va «Beef» (Bronca)?
Esta miniserie de diez capítulos (de treinta minutos cada uno) protagonizada por Steven Yeun y Ali Wong, nos cuenta la historia de una empresaria deprimida y un contratista fracasado que se ven envueltos en un pequeño incidente en la carretera. Un pequeño incidente, que marcará el inicio de una persecución en la que cada uno sacará lo peor de sí mismo para hacer de la vida del otro un poco más miserable. Dejabo de esta premisa encontramos a nuestros protagonistas: Amy es una diseñadora que lo tiene todo. Y Danny, un contratista en quiebra que no tiene nada. Lo que les une será es el deseo de que pase algo – un contrato millonario o un nuevo trabajo– que les devuelva la emoción a sus vidas.
La ira detonante de lo absurdo
Lo que más destaca de esta serie es su premisa: La IRA que puede desembocar de las situaciones más absurdas, violentas y desesperadas. Sin embargo, de esas pequeñas situaciones se desencadenan otros temas que desvelan lo que de verdad afectan a nuestros protagonistas. Como la sociedad del cansancio, la cultura de la hiperproductivdad, el rol de la mujer todopoderosa e inclusive. La serie se vale de estos espacios de la sociedad actual para darles de vuelta y hacer sátiras al mundo del bienestar y la positividad tóxica. Además, nos plantea tres preguntas:
¿Hasta dónde estás dispuesto a llegar para alcanzar tu vida de ensueño?
¿Cuánto puede durar una sonrisa fingida mientras no estamos muriendo por dentro?
¿La infelicidad más profunda y dolorosa justifica el daño que causamos a nuestro alrededor?
Personajes muy diferentes unidos por la tristeza de la vida
Llegados a este punto, conozcamos a nuestros protagonistas:
Amy (Ali Wong), es una empresaria que vive desesperada por mantener una serenidad auto-impostada vital para la supervivencia y éxito de su negocio de plantas. No puede evitar estar enfadada por muchas cosas, todo el tiempo. La intromisión de su suegra en su vida, las manipulaciones constantes de una multimillonaria interesada en su negocio, la insistencia de su marido en seguir los pasos de su padre artista a pesar de su evidente falta de talento, o la creciente culpabilidad de una maternidad postergada que no le permite tener una relación más cercana con su hija.
Por otro lado, Danny (Steven Yeun), un contratista, tampoco puede evitar sentirse enfadado. Endeudado con su primo ex-convicto, un negocio que no funciona, una profunda depresión, el sentirse responsable de su hermano pequeño obsesionado con las criptomonedas. Y a eso sumar la frustración ante su obligación de asegurar la vejez de sus padres y verse económicamente incapaz de hacerlo.
Con esto, tenemos la tormenta perfecta. Dos personajes al borde del colapso, que viven insatisfechos con sus vidas. Dos personas que buscan constantemente ese «algo» que de el giro a sus vidas y la llenen de la emoción que de por sí no tiene. Ese «algo» será su encuentro en la carretera, de sacará sus peores demonios. A medida que avanza, la serie dibuja, no sólo a sus protagonistas, sino también sus entornos. Sus familias, sus deseos y sus anhelos. Todo ello de manera muy inteligente, pues vamos descubriendo, poco a poco, un grupo de personas disfuncionales enfrentadas constantemente consigo mismos. Poca gente es genuinamente feliz en Beef.
Nadie es malo «per se»
Algo muy interesante que trata la obra es que, por muy malas acciones que hagan los prptagonstas, ellos no son en sí malas personas. Son victimas de sus propias circunstancias que les obligan a actuar de determinada manera. Lo que se más o menos correcto o moral dependerá del ojo del espectador. Pero la manera en la que están presentados no ayuda a empatizar con ellos y nos hace preguntarnos por un momento: ¿Qué haríamos nosotros en una situación así?.
Todos tenemos la capacidad de ser bondadosos y redimirnos. Por eso la serie te conecta con los personajes de manera que a ratos les despreciamos, a ratos les queremos. Pero dentro de la propia serie, la castración emocional que sufren los propios personajes a la hora de abrirse emocionalmente y no mostrar empatía, provoca que sean incapaces de conectar entre ellos. Cuando al final, es ese sufrimiento que les atraviesa, el que les hace más iguales que diferentes. Es una muestra perfecta del miedo y el pavor que sienten ambos personajes por quedarse solos y aislados. Todo ello además, mostrando muy bien la diferencia de clase social que hay entre ambos protagonistas, pero que al final, ni eso importa. La miseria no entiende de clases.
Una sociedad rápida pero con falta de comunicación
Otro tema muy interesante que trata la serie, es la evidente falta de comunicación que vivimos en la sociedad de hoy en día. La teconología, internet, las redes sociales… todo ello nos conecta, pero no nos permite hacer conexiones de verdad. Es tan fácil hacerse pasar por otra persona ahora mismo a través de instagram. Vínculos construidos a través de la superficialidad, el vacío y la autodestrucción. El simple deseo de conectar nos resulta inalcanzable. Pero, no es imposible.
Todo esto en un in crescendo constante y nada forzado. Una serie que nos muestra a gente desquiciada que se vuelve más salvaje y melancólica a medida que avanza. Y lo mejor de todo es, que no te esperas nadas. No puedes adelantarte, porque de verdad no tienes ni idea de cual es el siguiente nivel al que puede llegar. Y eso, hay que admitirlo, es una delicia. Su estructura y arco narrativo mantiene a Amy y Danny en espacios separados casi todo el tiempo. Están conectados, pero casi no se ven. Lo que hace que cuando se ven cara a cara, el impacto sea cada vez mayor. Y como espectador, te mantiene ese deseo de encuentro todo el rato.
Dos actores a la altura (y mucho más)
No podemos irnos sin destacar el trabajo tan increíble de interpretación que hace tanto Yeun como Wong. Dos actores comprometidos con sus personajes y con la trama. Actuaciones tienen una ferocidad mordaz, que arraiga aún más la sensación de que la disputa planteada no solo es importante, sino que es una cuestión de vida o muerte para ellos. Y nosotros debemos estar ahí para ver su desenlace.
Con todo esto, esperamos haberte dejado el gusanillo de la curiosidad rondando por ahí y te animes a ver esta miniserie que te tendrá enganchado desde el minuto uno.
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